martes, 26 de junio de 2012

Raining tears

Es una pena que no sepa cómo poner la música que imagino en una partitura. Lo único que puedo hacer es escribir la canción y dejar que el resto se imagine la melodía :(
Como bien habréis deducido, el título de la canción es Raining tears. No sé por qué está en inglés, la verdad. La canción es en español pero, bueno, es lo que hay XD
Está inspirada en algo que leí hace poco y lo trata desde el punto de vista de un chico :)

Deja de llorar que me poner triste, preciosa.
Deja de llorar porque no puedo verte así, muñeca.
No es propio de ti mostrarte débil y ensombrecida.
Tú, que eres la misma imagen de la fortaleza.

¿Me puedes decir qué te hizo tan infeliz?
¿Me puedes gritar qué tengo que hacer
para volver a verte sonreír?
Tanto me sorprendiste que no supe reaccionar,
¿qué puedo hacer para que me puedas perdonar?

Si es algo que yo dije,
lo siento, perdóname.
Si es algo que yo hice,
te juro que fue sin querer.
No te deseo ningún mal.
No quiero ser el culpable de más lágrimas.


¿Me puedes decir qué te hizo tan infeliz?
¿Me puedes gritar qué tengo que hacer
para volver a verte sonreír?
Tanto me sorprendiste que no supe reaccionar,
¿qué puedo hacer para que me puedas perdonar?

Tan difícil es hacer que me creas,
tan difícil como hacer que yo entienda.


¿Me puedes decir qué te hizo tan infeliz?
¿Me puedes gritar qué tengo que hacer
para volver a verte sonreír?
Tanto me sorprendiste que no supe reaccionar,
¿qué puedo hacer para que me puedas perdonar?





domingo, 24 de junio de 2012

El sueño de Eros, mi sueño

La actualización de la semana!!!!
Lo sé, lo sé, ya iba siendo hora. Sorry :)
Hoy os traigo un nuevo relato corto que se titula El sueño de Eros, mi sueño.
Espero que os guste :)

El Sueño de Eros, mi Sueño.

Perdido entre las brumas del mundo onírico lo vi, lo sentí, lo viví. En realidad, no existen palabras para describir lo que me ocurrió allí. Todo empezó cuando cerré los ojos. Simplemente, me morí en ese sueño. Mi cuerpo había desaparecido y era sólo mi alma la que vagaba sin rumbo fijo hasta que una serie de notas musicales desfilaron ante mi asombrada mirada, me rodearon como burlándose de mí y se marcharon riéndose al son de un leve compás.
Confundido, las seguí. ¿Dónde me encontraba? Casi temía encontrar una respuesta. ¿Es que me había caído por la madriguera para hacerle compañía a Alicia y al Sombrerero Loco?
Una serie de risas me distrajeron. Delante de mí se materializaron tres mujeres, una más bella que la anterior. Eran muy parecidas entre sí y llevaban puesta la misma clase de ropa, un peplo griego blanco. La primera se acercó a mí y me pasó un brazo por los hombros mientras que me levantaba la barbilla con una flauta y me hacía mirar al interior de sus amables ojos:
Óscar Esplá, ¿sabes quiénes somos? - sonrió. Debió de ser evidente que no tenía ni idea pero ella siguió sonriendo sin ofenderse. - Es la primera vez que nos ves aunque siempre hemos estado contigo...
Te vamos a hacer un regalo. - continuó una de las otras mujeres y vi cómo las notas musicales bailaban alegremente respondiendo al sonido de su voz.
¡Y qué sonido! Un momento, qué llevaba en los brazos, ¿un ganso? Ah, no, un cisne, ¿qué rayos hacía ella con un cisne?
La tercera habló mientras todas se separaban de mí y yo sentía la pérdida en mi corazón:
Afrodita desea que le hagas un favor. Quiere que compongas algo para su amado hijo ahora que se acerca el aniversario del compromiso que tiene con su mujer.
Yo asentí con la cabeza. ¿Qué más podía hacer?
Ellas sonrieron nuevamente y dijeron:
No te preocupes, no estarás solo. Te ayudaremos...
Pero desaparecieron sin que pudiera preguntarles nada más. De repente, todo se volvió borroso y una vorágine de viento, como una tormenta, me tragó lanzándome lejos de las brumas de los sueños a otro extraño lugar. Tuve que cerrar los ojos pues la sensación de mareo iba a acabar conmigo. Sin embargo, de la misma forma súbita en la que vino, se fue.
Escuché un lamento que me invitó a pestañear y vi a una mujer realmente hermosa sentada en el suelo separando semillas. Por sus mejillas caían lágrimas como piedras cristalinas y a su alrededor danzaban las notas musicales, gráciles como el viento. Por cada emoción de aquella mujer, surgía una nueva nota que yo me esforzaba por memorizar y comprender. ¿Qué estaba viendo? ¿Por qué se me estaba mostrando aquella imagen? No lo terminaba de comprender pero tampoco tenía a quién preguntar.
La mujer alzó la cabeza al cielo y murmuró quedamente:
No me rendiré, ¿me oyes? Por él, no lo haré. – y los violines se alzaron como ningún otro instrumento haciéndonos partícipes al resto de la determinación que había en esas palabras.
A mi lado se apareció la mujer de la flauta, con los ojos brillando de comprensión y, tal vez, con un poco de envidia.
¿Lo has entendido?
No del todo. – repuse ya que era la simple y llana verdad.
No te preocupes, lo harás.
La imagen se desvaneció nuevamente y fue enviado a una nueva escena. Esta vez, la hermosa mujer de antes, aunque con el vestido bastante más andrajoso, iba de un árbol a otro recuperando lo que parecía ser una serie de hebras de oro. Las notas la rodearon haciendo patente su aflicción así como su concentración en la tarea encomendada. Una grácil balada de piano la acompañaba en su deber, las notas fluía de la misma forma en que lo hacían sus movimientos. Yo casi los podía sentir a través de la música.
La mujer de la flauta me preguntó:
¿Tienes lo que necesitas?
Sí. – respondí sin pensarlo pues era cierto.
Y en cuanto esta palabra hubo abandonado mi insensata boca, la imagen se desvaneció y resonaron en el aire los tambores y los timbales, anunciando que un gran peligro acuciaba. Miré a mi alrededor asustado, la música era espesa y sombría, me daba miedo lo que me podría encontrar. Escuché un grito; dolor, pena, horror, todo ello transmitido por las notas que vibraban y temblaban a mi alrededor para que pudiera verlas completamente llenas de pánico.
¡Pero qué está haciendo! – exclamé sin poder evitarlo.
La mujer de las dos tareas anteriores estaba realizando una tercera mucho más peligrosa que la anterior. Estaba llenando dos cántaros de agua cerca de donde dormía un peligroso dragón. Las palabras que me hablaban se entrelazaban con la música para explicarme exactamente lo que estaba sucediendo. No había nombres ni lugares específicos, sólo había amor, arrepentimiento y, nuevamente, determinación.
De repente, se apareció a mi lado la mujer que llevaba el cisne en brazos y me dijo:
Aún tienes que ver una última escena.
Creo que palidecí o puede que mi piel adquiriera un tinte verduzco porque ella se apartó dos pasos de mí en cuanto salieron esas palabras de su boca.
Vamos.
Yo, simplemente, asentí y me dejé llevar como venía haciendo durante todo el viaje.
El último lugar al que me enviaron estaba envuelto en las tinieblas del misterio, los violines habían bajado una octava y la canción era susurrante e invitadora como quien está contando un secreto que no debe ser dicho en voz alta.
La mujer estaba hablando con otra hermosa dama vestida con un corsé sugerente y unas faldas largas de color rojo y negro, sus mechones dorados resplandecían como el sol y su piel haría llorar de envidia a la más nívea porcelana. Para rematar el conjunto, una extraña corona engarzada proclamaba que era alguna clase de reina.
Y lo es. – respondió la última de las mujeres que faltaba por aparecer. – Perséfone. – Indicó.
Perséfone le entregó un cofre de madera de ébano a la mujer que había realizado las anteriores tareas y le advirtió que por nada del mundo lo abriera. Al llegar a la superficie, la curiosidad de la muchacha pudo más que la orden de la reina o su sentido común y en cuanto echó un vistazo a su interior… los tambores resonaron y los timbales gritaron que algo terrible estaba a punto de suceder; un sueño, aunque no tengo ni idea de cómo sé que era un sueño puesto que no tenía una imagen determinada, se instaló en la mujer y cayó desmayada…
El sueño eterno. – dijo la voz femenina a mi lado.
Antes de que pudiera pensar en qué contestar, un hombre, no, un dios, descendió de los cielos llorando y al llegar al lado de la mujer dormida susurró:
Amada mía, ¿qué has hecho? – y besándola tiernamente en la frente, continuó. – Te perdono. Regresa conmigo, mi amor. Regresa y estaremos siempre juntos.
Cuando la mujer abrió los ojos, algo dentro de mí hizo una especie de “clic” y lo entendí.
Desperté de nuevo en mi cama.
Salté sobre mis pies sin perder tiempo. Tenía una misión. Por primera vez, las musas me habían hablado y, de verdad, Afrodita me había pedido un favor. Rememoré la aparición Calíope con su flauta y su sonrisa que me ayudaba en la creación de la poesía; los suaves gestos de Euterpe con el cisne entre los brazos que me dictaba el orden de las notas musicales, los inicios sencillos, el dolor, la traición, el arrepentimiento, la determinación y, en definitiva, el amor que sentían los protagonistas, el uno por el otro; y, por último, Clío, mi musa de los acontecimientos, la última en aparecer pero también la última en marcharse. Las tres me guiaron a través de la historia de Eros, de su amor por Psiqué y del de ella por él que la llevó a soportar lo indecible y triunfó. La historia en la que el Amor y el Alma se reunieron y estuvieron siempre juntos.
Un paseo por el sueño de Eros, sonreí; un paseo por mi sueño.

jueves, 14 de junio de 2012

Ángel de muerte

A punto de terminar ya los exámenes, es decir, mañana, he estado mirando viejos relatos, he visto una canción que me inventé hace tiempo y me ha dado un poquito de nostalgia.
Os pongo en situación y después cuelgo la escena.
Adrian, un vampiro que soporta el pecado de la gula, perdió el norte y atacó a Madeline, su Nera, su compañera del alma. Así que para protegerla de sí mismo, la alejó. Sin embargo, ella, que es una cantante muy famosa, le compone una canción para hacerle saber que no tiene de qué preocuparse, que entendía lo que había pasado y que, aun así, deseaba seguir con él.
Uno de los compañeros de Adrian graba el concierto porque él no había querido verlo y, prácticamente, le grita que saque la cabeza del lugar incómodo en el que la tiene alojada:

        En ese momento, Angelo volvió a entrar en la habitación. Dio al botón del mando a distancia que abría el hueco en la pared entre las dos puertas de enfrente de la cama donde estaba puesta la televisión y la encendió.
- Mira esto y haber si así dejas de comportarte como un gilipollas. - pero Adrian apenas lo escuchó porque en la imagen apareció su Maddie. Estaba impresionante con ese traje de cuero negro que se le pegaba a la figura y hacía que sus senos parecieran más abundantes de lo que en realidad eran y sus caderas más estrechas. Pero lo que más le llamó la atención fue que allí, en sus ojos, estaba de nuevo aquella lucecita que siempre lo había atraído. La chispa había vuelto.
- Bueno, - decía ella en ese instante mientras se apartaba con un elegante movimiento de la mano su magnífico cabello oscuro de los ojos del color de las tormentas. - para acabar el concierto...
Seguramente era la grabación de la función de hacía un par de días. Había hecho todo lo posible por mantenerse alejado pero no había podido evitar el recolectar noticias como otros recolectaban verduras. Simplemente, había sido incapaz.
Madelaine continuó hablando.
- …tenemos algo especial para mostraros. Habíamos estado esperando hasta regresar a Los Ángeles pero nos dijimos, ¡qué diablos, por qué no!. Mi nueva canción está dedica al ser que lleva su nombre, a mi “Ángel de Muerte”
“Ángel de Muerte”... era así como ella lo había llamado. ¿Esa canción era para él? Sin darse cuenta se inclinó hacia delante.
De repente, se hizo el silencio en el estadio y como en un suspiro, o tal vez, un sueño, la música fluyó. Sintió que su alma clamaba por regresar a su lado. Lo estaba llamando de la única forma que sabía. En su interior, esa canción le hizo darse cuenta de lo mucho que la necesitaba. Respiraba por ella. Vivía por ella. Y todo eso se lo dijo un lento lamento melódico acompañado de un piano y unas guitarras eléctricas.
La cámara enfocó a Madelaine justo en el momento en que empezó a cantar con esa voz tan hermosa y sensual que tenía. Era como una hechicera. Era capaz de crear magia sólo con unos acordes.

Luna argéntica, noche estrellada;
Ángel de Muerte, de triste mirada.
Lloras por una libertad que te está vedada.
Ven a mi lado, siente mi consuelo,
déjame cubrir todo tu anhelo.

Ángel de Muerte, de triste mirada,
que sufres por tener el alma destrozada.
Si te quedas a mi lado,
ahuyentaré la oscuridad que te ha tragado.
Conmigo estarás siempre a salvo.

La hermosa música se elevó por el cielo, traspasó la pantalla de la televisión y le suplicó que regresara a su lado porque, como decía la canción, con ella estaría a salvo. Lo seducía con insistencia a través de las notas y las palabras.
Madelaine empezó a cantar el estribillo con Hanna y Michael haciendo los coros, mientras en hermano de su Nera (imposible pensar en ella de otra forma que no fuera esa) tocaba con gran maestría el piano tan poco usual en sus manos.

Destino de alma perdida,
en el infierno te hallas, en mar de agonía.
Escucha mi voz, mi dulce tormento;
estoy esperando a tu encuentro.

La música se volvió lenta otra vez obedeciendo una cadencia diseñada para engatusarlo desde el primer tono.
Ángel de Muerte, de triste mirada,
déjame cuidar de tu luz opacada.
Ven a mis brazos, yo soy tu consuelo,
y juntos alcemos el vuelo.

Sonó un solo de piano seguido después con las guitarras acompañándolo y, de repente, su Maddie cogió un violín que estaba al pie de la batería de Russell y empezó a tocar con el resto. Jamás había escuchado algo tan hermoso. Y era para él. Lo había compuesto por él. La música siguió sonando hasta alcanzar un punto, sin lugar a dudas, culminante en la canción, y, de la misma forma que lo había cogido, volvió a dejar el violín donde estaba y volvió a repetir el estribillo.

Destino de alma perdida,
en el infierno te hallas, en mar de agonía.
Escucha mi voz, mi dulce tormento;
estoy esperando a tu encuentro.

Espero que os guste. Tal vez, algún día su historia vea la luz aunque sea de forma modificada :)
Besos

viernes, 8 de junio de 2012

Foto facebook


La vi ayer en el facebook y me pareció buenísima.
Casi, casi, nos podemos dar por aludidos :)

domingo, 3 de junio de 2012

La viajera estancada en el tiempo

En una eternidad donde todo crece,
donde todo gira y desaparece,
yo me detengo, me estanco en el tiempo
y, a mi alrededor, todo se mueve.

Me da miedo quedarme aquí,
temo marcharme a otro lugar,
no se lo que me espera o
lo que me puede aguardar.

Mis amigos dejan de ser niños,
mi familia elige su propio camino
mas yo sigo en el mismo sitio
en el mismo profundo averno.

No tengo presente, ni pasado,
no me queda ya futuro.
La evolución se ha olvidado de mí,
La viajera estancada en el tiempo.

sábado, 2 de junio de 2012

Puff, ya han pasado casi dos semanas desde la última vez que actualicé el blog, lo siento. Lo único que puedo decir en mi defensa es que los exámenes van a acabar conmigo. Los empiezo este lunes así que deseadme suerte, please. :)
Y, ahora, a lo que nos interesa. He recibido una oferta de una editorial para publicar La prisión del Titán. Primero tengo que pensármelo y después decidiré lo que crea que es más conveniente. En cuanto a las Las lágrimas de Uriel, he de decir que ha entrado en la recta final. ¿Adónde nos llevará? No estoy segura, todo depende de Jaden y Cordelia.
A todo esto, el nombre del protagonista como, sin duda alguna, muchas de vosotras habréis notado, es un homenaje al personaje de Sherrilyn Kenyon, Jaden. 
Bueno, ya no tengo nada más que decir. Cuando terminen los exámenes de Traducción e Interpretación, por si alguno se lo pregunta, me dedicaré de lleno a terminar lo que he empezado.
Besos