A punto de terminar ya los exámenes, es decir, mañana, he estado mirando viejos relatos, he visto una canción que me inventé hace tiempo y me ha dado un poquito de nostalgia.
Os pongo en situación y después cuelgo la escena.
Adrian, un vampiro que soporta el pecado de la gula, perdió el norte y atacó a Madeline, su Nera, su compañera del alma. Así que para protegerla de sí mismo, la alejó. Sin embargo, ella, que es una cantante muy famosa, le compone una canción para hacerle saber que no tiene de qué preocuparse, que entendía lo que había pasado y que, aun así, deseaba seguir con él.
Uno de los compañeros de Adrian graba el concierto porque él no había querido verlo y, prácticamente, le grita que saque la cabeza del lugar incómodo en el que la tiene alojada:
En ese momento,
Angelo volvió a entrar en la habitación. Dio al botón del mando a
distancia que abría el hueco en la pared entre las dos puertas de
enfrente de la cama donde estaba puesta la televisión y la encendió.
- Mira esto y haber
si así dejas de comportarte como un gilipollas. - pero Adrian apenas
lo escuchó porque en la imagen apareció su Maddie. Estaba
impresionante con ese traje de cuero negro que se le pegaba a la
figura y hacía que sus senos parecieran más abundantes de lo que en
realidad eran y sus caderas más estrechas. Pero lo que más le llamó
la atención fue que allí, en sus ojos, estaba de nuevo aquella
lucecita que siempre lo había atraído. La chispa había vuelto.
- Bueno, - decía
ella en ese instante mientras se apartaba con un elegante movimiento
de la mano su magnífico cabello oscuro de los ojos del color de las
tormentas. - para acabar el concierto...
Seguramente era la
grabación de la función de hacía un par de días. Había hecho
todo lo posible por mantenerse alejado pero no había podido evitar
el recolectar noticias como otros recolectaban verduras. Simplemente,
había sido incapaz.
Madelaine continuó
hablando.
- …tenemos algo
especial para mostraros. Habíamos estado esperando hasta regresar a
Los Ángeles pero nos dijimos, ¡qué diablos, por qué no!. Mi nueva
canción está dedica al ser que lleva su nombre, a mi “Ángel de
Muerte”
“Ángel de
Muerte”... era así como ella lo había llamado. ¿Esa canción era
para él? Sin darse cuenta se inclinó hacia delante.
De repente, se hizo
el silencio en el estadio y como en un suspiro, o tal vez, un sueño,
la música fluyó. Sintió que su alma clamaba por regresar a su
lado. Lo estaba llamando de la única forma que sabía. En su
interior, esa canción le hizo darse cuenta de lo mucho que la
necesitaba. Respiraba por ella. Vivía por ella. Y todo eso se lo
dijo un lento lamento melódico acompañado de un piano y unas
guitarras eléctricas.
La cámara enfocó
a Madelaine justo en el momento en que empezó a cantar con esa voz
tan hermosa y sensual que tenía. Era como una hechicera. Era capaz
de crear magia sólo con unos acordes.
Luna argéntica,
noche estrellada;
Ángel de Muerte,
de triste mirada.
Lloras por una
libertad que te está vedada.
Ven a mi lado,
siente mi consuelo,
déjame cubrir
todo tu anhelo.
Ángel de Muerte,
de triste mirada,
que sufres por
tener el alma destrozada.
Si te quedas a mi
lado,
ahuyentaré la
oscuridad que te ha tragado.
Conmigo estarás
siempre a salvo.
La hermosa música
se elevó por el cielo, traspasó la pantalla de la televisión y le
suplicó que regresara a su lado porque, como decía la canción, con
ella estaría a salvo. Lo seducía con insistencia a través de las
notas y las palabras.
Madelaine empezó a
cantar el estribillo con Hanna y Michael haciendo los coros, mientras
en hermano de su Nera (imposible pensar en ella de otra forma
que no fuera esa) tocaba con gran maestría el piano tan poco usual
en sus manos.
Destino de alma
perdida,
en el infierno te
hallas, en mar de agonía.
Escucha mi voz,
mi dulce tormento;
estoy esperando a
tu encuentro.
La música se
volvió lenta otra vez obedeciendo una cadencia diseñada para
engatusarlo desde el primer tono.
Ángel de Muerte,
de triste mirada,
déjame cuidar de
tu luz opacada.
Ven a mis brazos,
yo soy tu consuelo,
y juntos alcemos
el vuelo.
Sonó un solo de
piano seguido después con las guitarras acompañándolo y, de
repente, su Maddie cogió un violín que estaba al pie de la batería
de Russell y empezó a tocar con el resto. Jamás había escuchado
algo tan hermoso. Y era para él. Lo había compuesto por él. La
música siguió sonando hasta alcanzar un punto, sin lugar a dudas,
culminante en la canción, y, de la misma forma que lo había cogido,
volvió a dejar el violín donde estaba y volvió a repetir el
estribillo.
Destino de alma
perdida,
en el infierno te
hallas, en mar de agonía.
Escucha mi voz,
mi dulce tormento;
estoy esperando a
tu encuentro.
Espero que os guste. Tal vez, algún día su historia vea la luz aunque sea de forma modificada :)
Besos
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